Por Agustín Vargas Medina, periodista y editor de la revista Hábitat
El pasado lunes 21 de octubre, la ministra presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Norma Piña Hernández, estuvo en el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, en donde asistió a la inauguración del XVI Congreso Iberoamericano de Derecho Constitucional. Su discurso ha sido calificado por analistas como un poderoso mensaje a la presidenta Claudia Sheinbaum.
La ministra Piña Hernández fue clara y enfática al afirmar que la “politización de la justicia y la desaparición de la carrera judicial y la erosión de la certeza jurídica no sólo afecta a los ciudadanos, sino también comprometen la confianza del sistema judicial”.
Advirtió que la democracia constitucional en nuestro país atraviesa por momentos muy delicados. No por tener una Constitución, dijo, un Estado es constitucional, pues los elementos básicos de éste son la conservación y el respeto a la democracia, al Estado de derecho, a la división de poderes, a la colaboración entre ellos, a la independencia judicial y a los derechos fundamentales.
Más aún, la ministra presidenta de la SCJN alertó que los derechos humanos están en riesgo cuando el poder de cualquier tipo no puede ser contenido y controlado.
El mensaje deja entrever que en México se está conformando un Estado autoritario, autocrático, en donde el Poder Judicial que debe velar por los intereses y derechos de los individuos cuando éstos son agraviados por actos de gobierno, pasaría a ser una entidad meramente administrativa y enunciativa, en el mejor de los casos, o de plano desaparecer.
El discurso de la ministra Norma Piña toma relevancia en estos momentos, luego de la reunión del gobierno de Claudia Sheinbaum con directivos empresariales de alto nivel de nuestro país y de Estados Unidos, en el contexto de la cumbre conocida como CEO Dialogue, realizada el pasado 15 de octubre, foro que tenía entre sus objetivos apuntalar la confianza de inversionistas nacionales y extranjeros en México como destino para invertir.
Empresarios y autoridades gubernamentales hablaron sobre la certidumbre y confianza que habría a las inversiones futuras en México, aunque algunos compromisos para traer más capitales a nuestro país ya se habían participado con antelación, pero lo deseable sería que se puedan cumplir en los primeros meses de esta administración.
Certidumbre paralizada
No obstante ello, la pregunta fundamental que se hacen los especialistas es si la reunión de alto nivel es suficiente para elevar la certidumbre que se han paralizado desde las elecciones presidenciales y para asegurar que la inversión fluirá sin contratiempos en el corto y mediano plazos.
El solo cambio de gobierno generó una importante preocupación por las propuestas de reformas constitucionales que lo están acompañando y que se llevan a cabo con la sobrerrepresentación del Congreso para consolidar la supremacía del partido en el poder. Los signos de esta menor certidumbre han sido claros a través de la evolución de los principales indicadores económicos.
Los indicadores de confianza empresarial comenzaron a deteriorarse desde principios del presente año, posiblemente ante la expectativa de los resultados de la contienda electoral y posteriormente a las diversas propuestas de reformas constitucionales que se anunciaron. Otros temas con incidencia importante en este entorno son las relaciones comerciales con otros países, donde resalta el tema de la pausa de la relación de México con Estados Unidos.
De hecho, según los resultados del INEGI, en los primeros nueve meses del año el indicador de confianza empresarial del sector construcción acumuló una caída de 3.4 puntos, mientras que el del sector manufacturero disminuyó 2.6 puntos y el del sector comercio 5.0 puntos.
Un tema más reciente que aumenta el nerviosismo es el posible endurecimiento de la postura de los Estados Unidos en la renegociación del T-MEC, independientemente de quien gane las próximas elecciones en ese país.
Quizá la variable más sensible en este contexto ha sido el tipo de cambio, que a partir del proceso electoral fue aumentando el nerviosismo que ha propiciado que desde ese proceso hasta ahora muestre una depreciación de 17%, es decir, casi tres pesos por arriba de su cotización un día antes de las elecciones, para ubicarse en 19.83 pesos por dólar.
El índice de la Bolsa Mexicana de Valores es otro indicador que refleja los niveles de incertidumbre. Si bien a partir del día de las elecciones el índice bursátil ha mostrado altibajos, su comportamiento muestra una tendencia a la baja. De hecho, desde las elecciones presidenciales hasta el cierre la semana pasada, el indicador bursátil acumula una pérdida de 4.0%.
Inversiones en stand by
Aun cuando el atractivo de invertir en México es significativamente alto, en especial por el interés de diversos países para participar en el proceso de relocalización, aún no se han concretado todos aquellos anuncios de inversión que se tienen identificados. Incluso en la reciente Cumbre de Alto Nivel entre líderes y empresarios de México y Estados Unidos se anunciaron proyectos que significan una inversión de 20 mil millones de dólares.
Además, recientemente la Secretaría de Economía informó que, en sus actividades de monitoreo del 1 de enero al 30 de junio del presente año, el sector privado hizo 143 anuncios de inversión con una expectativa de 45,464 millones de dólares (md), lo que se suma a los 110 mil 744 md reportados durante 2023.
No obstante, hasta ahora no se han visto materializados estos montos de inversión, seguramente por la cautela que persiste entre los inversionistas. Incluso las expectativas de crecimiento de la economía se siguen corrigiendo a la baja. El más reciente ajuste lo anunció el Fondo Monetario Internacional (FMI) que anticipa que en 2024 la economía mexicana crecerá 1.5%, siete décimas por debajo de su previsión previa. Para 2025 el ajuste marcó una baja de un avance de 1.6% a uno de 1.3%.
El nerviosismo sobre cómo funcionará la economía con un sistema judicial dominado por el partido en el poder y carente de los organismos autónomos que se encargaban de establecer las políticas públicas necesarias para que la actividad productiva funcionara más eficientemente en temas como regulación y transparencia, entre otros relevantes, está aumentando y sin contrapesos efectivos será complicado fortalecer el atractivo de invertir en el país.
Es claro que además de reuniones con empresarios nacionales e internacionales y compromisos de apoyo, es fundamental contar, antes que nada, con las condiciones que no solo aumenten el atractivo de invertir en el país, sino que también lo hagan prácticamente una necesidad para los países interesados.
La responsabilidad del nuevo gobierno radica en crear el ambiente idóneo en el que predomine el estado de derecho, reglas claras del juego para todos los participantes y se fortalezca la confianza para quienes desean invertir en la actividad productiva de México.
Mientras no haya resultados claros y palpables al respecto, los niveles de inversión seguirán siendo menores que lo que se requiere para lograr tasas de crecimiento elevadas y sostenidas.
Reportero/editor con más de 35 años de experiencia
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