Siguen las protestas en Venezuela
Por Sebastián Godinez Rivera /Politólogo, egresado de la FCPyS
La crisis postelectoral en Venezuela ha dado mucho de qué hablar. Desde las protestas que exigen la dimisión de Maduro, las sanciones de la comunidad internacional hasta los lamentables hechos de violencia que han tenido lugar. El país caribeño nuevamente está en medio de una crisis debido al cuestionamiento de los resultados.
Sin embargo, Nicolás Maduro ha hecho algunos cambios que pretenden emular el radicalismo de Hugo Chávez y su forma de ejercer el poder. La legitimidad de su victoria no ha sido un factor que garantice la gobernabilidad. Luego de que el Consejo Nacional Electoral (CNE) tardó más de seis horas en dar resultados y las actas presentadas por la oposición en las que aseguran que Edmundo González ganó han tensado el tablero político.
Esto ha generado una serie de movilizaciones que han puesto en entredicho al régimen. Desde cacerolazos en varias provincias, enfrentamientos entre las fuerzas del orden y la ciudadanía hasta la destrucción de estatuas del ex líder bolivariano Hugo Chávez. No obstante, el oficialismo se ha encargado de endurecer sus mensajes contra la gente que protesta y pide que las actas sean mostradas.
Violencia y política
El chavismo en manos de Nicolás Maduro es conocido por no ser un movimiento pacífico del todo. Analizando varios de sus discursos es posible identificar una tónica revolucionaria que está sustentada en la violencia y la lucha armada. A lo largo de la campaña electoral, el ejecutivo venezolano destacó que «si no ganó es posible que Venezuela se convierta en un baño de sangre»; también dijo que «si es necesario que me convierta dictador, entonces lo haré». Estas frases no pueden ser menospreciadas ya que los populistas y líderes autoritarios dotan a su personalidad de un aura dependiendo del momento político.
Su objetivo en campaña era sembrar miedo y generar en el inconsciente colectivo imágenes de violencia. Lamentablemente esto no es nuevo en Venezuela, desde que el chavismo llegó al poder en 1999 ha estado envuelto por un aura de violencia. Sobre todo, si se identifica que en 1992 Hugo Chávez y otros militares intentaron tomar el poder por armas y asesinar al entonces presidente Carlos Andrés Pérez.
Ahora bien, si se clasifica al chavismo dentro de la Ciencia Política, esta es una ideología basada en el caudillismo militar del entonces Hugo Chávez. Se le ubica dentro de la izquierda ideológica, específicamente en el socialismo del siglo XXI; además, se caracteriza por ser un movimiento revolucionario político, social y económico que ha constituído un régimen autoritario.
Hablar del chavismo como un movimiento revolucionario implica no sólo en el cambio de los cimientos del sistema político, sino también en el uso de la violencia. A lo largo de casi dos décadas la represión, la intimidación y la persecución han sido parte del régimen. Esto es decir que el proceso de cambio político no es visto como una transición o una lucha electoral, sino que es la disputa entre enemigos de la revolución y amigos de esta.
De acuerdo a autores como Carl Schmitt, los enemigos deben ser aniquilados; a diferencia de los adversarios quienes son reconocidos como parte fundamental de la coexistencia democrática. Asimismo, algunos politólogos como Federico Finchelstein o Fernando Vallespín categorizan a este movimiento como parte del fascismo, debido a la intolerancia que representan y sus intenciones de establecer un sistema de pensamiento único.
Aquí es donde es posible identificar los tintes militaristas en la política venezolana. Hugo Chávez dotó al régimen de personalismo, puesto que toda la política giraba en torno a él. Además, en los momentos más álgidos y de disputa, Chávez aparecía ante las cámaras vestido con su uniforme verde olivo. Dentro de la comunicación política no sólo los discursos sino también la ropa comunica.
Desde principios del siglo XXI los líderes populistas han establecido sus propias marcas o herramientas para darse a conocer ante la sociedad. De los peinados extravagantes de los líderes de derecha hasta las vestimentas militares de los caudillos revolucionarios latinoamericanos. Hugo Chávez entendió bien la necesidad de comunicar a través de la ropa. Cuando asistía a eventos internacionales utilizaba trajes, durante las campañas portaba camisolas amplias o sudaderas con el rostro de Bolívar o estrellas venezolanas y cuando había tensión en el gobierno se ponía el uniforme militar.
¿Qué quiere comunicar Maduro?
Nicolás Maduro se autonombra el hijo de Bolívar y Chávez, lo cual no es menor. Discursivamente esto permea en las bases chavistas quienes ven en Maduro la continuidad del proyecto bolivariano. Esto apela nuevamente al caudillismo militar y el personalismo del régimen. Empero, ante la crisis política que vive el país el autócrata venezolano ha apostado por la comunicación política como lo hizo su antecesor.
El autócrata venezolano no sólo ha acusado al imperialismo, la ultraderecha y a Elon Musk, dueño de la plataforma X, de gestar un golpe de estado. A esto se ha sumado el cambio de su tradicional vestimenta; los trajes sastre, la sudadera con la bandera venezolana y las guayaberas han quedado de lado para dar paso a ropa militar o policial. En estos días la retórica no sólo ha subido de tono con declaraciones que afirman que defenderán la Revolución Bolivariana por cualquier medio.
Sumado a esto Maduro ha dejado de lado los trajes y las camisolas para vestirse de ropajes militares. En sus últimas transmisiones y conferencias, el gobernante porta el uniforme de combate de la Guardia Nacional; esto no puede leerse como un hecho aislado, puesto que en sus discursos se habla de: la guerra contra la ultraderecha; la desestabilización del país y los supuestos ataques cibernéticos.
El ejecutivo venezolano ahora busca entrar en la retórica de la guerra, similar a la que utilizaba Hugo Chávez. Por otro lado, la vestimenta militar forma parte del culto a la personalidad del régimen; también esto tiene tintes ideológicos para que Maduro sea asociado con Chávez como un caudillo que está dispuesto a dar la vida por la Revolución. Cuando la transición de poder se hace entre líderes populistas, en este caso, por el deceso del primero, su sucesor intenta mantener viva la llama revolucionaria.
En conclusión, no solo los mensajes televisivos han servido para polarizar al país sino que el cambio en su vestimenta pretende unir el pasado con el presente. Además, de enviar un mensaje a los opositores de que está dispuesto a todo. El oficialismo apela al caudillismo militar de Bolívar y Chávez para intentar legitimar los resultados que no se han esclarecido desde el domingo 28 de julio; Maduro intenta instaurar una retórica de la desestabilización para justificar la violencia y la represión contra los ciudadanos.
Reportero/editor con más de 35 años de experiencia
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