RCAAA Noticias

logo rcaaan
Periodismo Cara a Cara

Viktor Orbán: la democracia iliberal en escena

Viktor Orban, primer ministro de Hungria

Sebastián Godínez Rivera/Politólogo, egresado de la FCPy S-UNAM

Hungría es un país del centro de Europa que se ha sumado a la ola de democracias iliberales, concepto acuñado por Francis Zeeka con el que describe a sistemas políticos que celebran elecciones. Hay oposición y cierta división de poderes, sin embargo, también cuentan con líderes autoritarios, las instituciones y la prensa son asediadas y el líder acumula poder.

El país ha sido catalogado dentro de este modelo debido a su Primer Ministro, Viktor Orbán, quien se ha posicionado en el mundo como uno de los principales jefes de gobierno que han declarado abiertamente que impulsan un programa antiliberal.Es fundador del partido Fidez o la Unión Cívica Húngara que ha cosechado triunfos importantes en el terreno electoral.

Viktor Orbán es un referente para el nacionalismo de derecha, el radicalismo y los anti inmigrantes de Occidente. El mismo se autoproclama como el defensor de Hungría y Europa y su figura ha cobrado relevancia por haber levantado una cortina de hierro, para evitar el tránsito e ingreso de migrantes desde 2015. Orbán con el paso del tiempo ha endurecido su discurso, así como la acumulación de poder al restringir la independencia judicial, la libertad de prensa y asediar a la oposición.

Ha ocupado el cargo de Primer Ministro en cuatro ocasiones, la primera de (1998-2002); la segunda (2010-2014), luego consiguió la reelección (2014-2018), ganó la mayoría nuevamente desde 2018 hasta la actualidad. Orbán no siempre fue un político antioccidental o antiinmigrante, sino que estas características surgieron entre sus segundo y tercer mandato debido a la crisis del 2008 y luego a la ola de migraciones de 2015.

La autocratización

En 2011 encabezó uno de los principales cambios al sistema político, aprobó una nueva Constitución que se alejaba de la laicidad del Estado, es decir, introdujo temas relacionados a la moralidad y la religiosidad. En la Carta Magna también se sometió a los tribunales limitando la independencia judicial esto generó polémica dentro y fuera del país, lo que le ganó grandes críticas por parte de los medios de comunicación.

Entonces en 2013 se aprobó un proyecto para controlar a las grandes cadenas y emporios de la comunicación, por lo tanto, fueron los medios independientes quienes eran más críticos con su gobierno. Orbán se ha dedicado a perseguir a comunicadores que no apoyan su administración, incluso la presión ha sido tan fuerte que el medio Index.hu cerró en 2020 lo que generó protestas de la ciudadanía y críticas de organizaciones de la sociedad civil.

Sin embargo, los líderes autoritarios no sólo se sostienen a través de la fuerza, sino que el Premier introdujo un programa de austeridad para reducir las cargas fiscales sobre la ciudadanía y elevó algunos impuestos en industrias. Esto como parte del programa de reajuste para que el país superara la crisis de 2008 y con ello aminorar la carga sobre la ciudadanía, lo cual le ganó el apoyo para que su partido ganara la mayoría calificada en 2014 y él consiguiera la reelección. A partir del tercer mandato, Viktor Orbán se radicalizó con las organizaciones de la sociedad civil al inspeccionarlas de forma sorpresiva. La justificación fue que al ser financiadas por dinero externo podrían planear derrocar su gobierno o desestabilizar el país. Las principales afectadas fueron organizaciones de Derechos Humanos, personas de la comunidad de la diversidad sexual, migrantes y protección para periodistas. 

En su toma de protesta declaró que implementaría el modelo workfare, es decir, proponer un modelo de trabajo ligado a la asistencia social que impulse la activación de sectores productivos de la sociedad. No obstante, ejemplificó que este modelo se ha implementado en Rusia, China y Turquía, osea, países que cuentan son gobernados por líderes autoritarios. La admiración hacia estos regímenes son la esencia de su política nacional en la cual Orbán pretende convertirse en el centro del sistema político.

Migrantes, Putin y Covid-19

El viejo continente presenció la llegada de migrantes que provenían de África o Medio Oriente huyendo del crimen, el hambre y las guerras que vivían sus países. Esto generó que los populistas de derecha tomaran un respiro y en sus discursos utilizaran como chivos expiatorios a los inmigrantes para conseguir votos. Orbán fue uno de los primeros, ya que al ser un país de Europa central, Hungría se volvió un canal de tránsito para quienes pedían llegar a Europa Occidental.

Las migraciones despertaron la vena autoritaria y su discurso reaccionario con el cual Orbán y Fidez se erigieron como los defensores de la soberanía europea. No querían que los extranjeros llevaran su cultura o religión a suelo europeo; cuando la Unión Europea pidió cuotas de redistribución de refugiados Orbán se negó y declaró que no “no tenían que decirles quien debía entrar en su casa”, levantó un muro para evitar que ingresaran los migrantes y grupos nacionalistas se dieron a la tarea de perseguir, golpear y atemorizar a las familias refugiadas.

Sus acciones despertaron la indignación de la Unión Europea y Orbán respondió que había hecho a Hungría una suerte de guardias fronterizos y que la mano dura era para hacer frente a las invasiones. Es en este momento en el que la relación Hungría y Alemania comenzó a enfriarse y el Premier buscó otros aliados en el sur y el oriente, es decir, se acercó al presidente turco Erdogan y al autócrata ruso, Vladimir Putin.

El líder húngaro adoptó posiciones más severas como la prohibición de la homosexualidad y la ideología de género. Sin embargo, las relaciones Rusia-Hungría han sufrido momentos de tensión como cuando se apoyaron las sanciones por la invasión a Ucrania y el Premier recibió a refugiados ucranianos. Quizá las simpatías entre ambos líderes oscilan principalmente entre el estilo autoritario y conservador de gobernar de cada uno.

Por último, un elemento que se sumó para que Orban acumulara más poder fue la pandemia de Covid-19. Los muertos y contagios obligaron a todos los gobiernos del mundo a suspender actividades y a confinarse, entre ellas las funciones de gobierno. Un fenómeno que ocurrió fue que para hacer frente a la emergencia sanitaria se dotaron de metafacultades a los jefes de estado o de gobierno para atender la pandemia, eso fue lo que sucedió en Hungría.

El Premier declaró “cuando termine esta emergencia, devolveremos todos los poderes, sin excepción”, pero la realidad es que el decreto aprobado no tiene una temporalidad sino que es indefinido, el argumento fue que no se sabía cuánto duraría la pandemia, por ende, no se podía limitar. Durante la emergencia varias organizaciones y el parlamento europeo enviaron escritos que la democracia debía ser cuidada al igual que la salud de los ciudadanos.

Con los argumentos que se han expuesto con anterioridad se puede sostener que Hungría ha transitado de un modelo de democracia parlamentaria a uno de parlamentarización híbrida. Hablar de esto significa que el parlamento es el poder con mayor peso en el sistema y está ocupado por una mayoría autoritaria que ha logrado erosionar y dinamitar la división de poderes.

En conclusión, Hungría es uno de los pocos casos donde un Primer Ministro ha acumulado tanto poder que ha logrado someter a su partido, al parlamento y las instituciones a su órbita. Sobre todo, porque la historia de Europa central estuvo marcada por pertenecer al bloque socialiasta durante el siglo XX, el cual fue autoritario y cuando estos países comenzaron a democratizarse, las esperanzas de un nuevo futuro eran altas. Sin embargo, al menos la historia húngara desde 2010 ha estado marcada por un autócrata que se llama Viktor Orbán.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *