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Periodismo Cara a Cara

Rodrigo Cháves: del faro de la democracia a la dictadura perfecta

Rodrigo Cháves, presidente de Costa Rica

Por Sebastián Godínez Rivera/Politólogo, egresado de la FCPys

Costa Rica es uno de los países junto con Uruguay que es una democracia plena en América Latina. La nación centroamericana ha mantenido la estabilidad desde 1948 y es conocida porque desde ese año también desapareció el ejército en aras de mantener la estabilidad. Sin embargo, la ola populista que recorre el mundo también ha llegado a Costa Rica con su actual presidente Rodrigo Cháves.

En la región el estudio del populismo se ha centrado en Andrés Manuel López Obrador de México, Nayib Bukele en El Salvador, Gustavo Petro en Colombia o Luis Arce en Bolivia. Asimismo, para analizar el abanico de izquierdas que existen se retoman casos como el de Chile, Brasil o Guatemala; Finalmente para el populismo autoritario los casos por excelencia son Nicaragua, Cuba y Venezuela.

Como podemos ver Costa Rica ha sido dejado fuera para muchos politólogos, empero, su caso es particular ya que una de las democracias consolidadas no ha escapado al populismo. Partiendo de que la victoria de Rodrigo Cháves fue un síntoma del malestar con los partidos tradicionales y las élites; cuando asumió el poder el mandatario radicalizó su discurso al punto de tachar de dictadura o tiranía la división de poderes.

El populismo chavista 

Rodrigo Cháves era funcionario del Banco Mundial y fue Ministro de Hacienda del presidente Carlos Alvarado Quesada, un perfil técnico en la economía y ligado a las grandes instituciones financieras. El hoy presidente fue postulado por el Partido Progreso Social Democrático, el cual fue fundado en 2018 y tan solo cuatro años después ganó la presidencia derrotando al tradicional partido Liberación Nacional.

Su victoria atrajo el voto de indecisos y opositores a los institutos tradicionales, la gente le apoyó y lo convirtió en presidente, sin embargo, en la Asamblea Nacional la historia es distinta. En el legislativo el partido de Cháves solo cuenta con 10 legisladores, mientras que la mayoría gobernante es de Liberación Nacional; el ejecutivo en campaña declaró que:

«Le vamos a decir a la Asamblea Legislativa que el artículo 9 de la Constitución Política dice que el soberano y la ciudadanía tienen el poder de la patria, y que el resto de poderes son los órganos administrativos que lo ejercen. Entonces, si no legislan las cosas que el país necesita, vamos a poner a la gente a legislar a través de referéndum»

Con esa declaración es palpable el talante autoritario, el ejecutivo no estaba dispuesto a negociar y considera que al haber sido electo, tiene un poder ilimitado sin importar las otras opiniones. Asimismo, los populistas del siglo XXI han recurrido constantemente a los métodos de democracia directa para promover programas y con ellos dotarlos de cierta legitimidad. Para el populi sta la decisión de la gente es primordial sin importar si esta violenta el marco jurídico establecido. 

Otro ejemplo fue cuando a un día de que iniciara el periodo extraordinario de sesiones en el congreso, el ejecutivo declaró en un evento “hay gente que dicen que no tiende puentes. Yo no quiero tender puentes, al infierno, ni con filibusteros, prefiero volarlos. Prefiero dinamitarlos”. En su declaración encapsuló a los partidos de oposición y la Administración Pública, la cual ha fungido como contrapeso para algunas de sus iniciativas.

La descalificación de los adversarios o de otros poderes es normal en el discurso populista, ya que son vistos como freno al proyecto nacionalista que encabeza el líder. Cháves polariza y promueve la imagen de una oposición que no quiere la mejora social, sino que actúa por venganza contra su gobierno. Sin embargo, las enemistades se han extendido y el periodismo también ha sido blanco de ataques.

Cuando asumió el poder en 2022, fue cuestionado por medios como La Nación, Canal 7 y CRHoy.com sobre las denuncias que tenía por casos de acoso, investigación publicada por el New York Times. Ante los cuestionamientos el mandatario costarricense inició una persecución contra los periodistas y los ha tildado de prensa canalla o asesinos políticos. En redes sociales sus seguidores descalifican, ofenden y hasta amenazan a personal de esos medios de comunicación.

Los embates contra la libertad de expresión son una constante del populismo, puesto que los cuestionamientos o la vigilancia al poder les son muy incómodos. Los populistas no tienen un debate argumentativo, al contrario siempre es descalificativo y en aras de minar la confianza en el periodismo. Los reporteros son vistos como brazos de grupos de poder que quieren debilitar al gobierno, entonces los líderes optan por una disputa abierta.

Los elementos del populismo son palpables en Costa Rica y aunque Cháves dice que es porque defiende a la gente, en realidad sus actitudes responden más a la ola populista que recorre el subcontinente. Las instituciones costarricenses han resistido, pero eso no significa que no resientan los golpes o están siendo erosionadas poco a poco. No obstante, la radicalización ha subido de tono y sus declaraciones también.

El presidente presentó la denominada Ley Jaguar, la cual consiste en acotar las funciones de la Contraloría General, en las cuales se propone limitar la capacidad de esta institución para fiscalizar el destino de fondos públicos. Ante la falta de congresista que respalden este proyecto, Cháves declaró que entonces buscará hacer un referéndum antes de las presidenciales de 2026 y con ello sacar adelante esta reforma. 

En ese contexto el presidente sabe que la Asamblea Nacional no aprobará dicha iniciativa, entonces está apostando por un referéndum el cual debería ser organizado por el Tribunal Supremo de Elecciones. No obstante, la Sala IV de la Corte debería analizar las preguntas y si éstas son procedentes. Ante este escenario el presidente acusó a los tres actores de “pasarse la bolita para boicotear el referéndum”.

La experiencia ha demostrado que el Poder Judicial tiende a ser uno de los más incómodos para los presidentes que buscan acrecentar su poder o llevar a cabo reformas. Para Rodrigo Cháves estas instituciones y los académicos representan tierra infertil para el país y su proyecto nacional. Así lo ha señalado “Necesitamos hacer tierra fértil de nuestra Asamblea Legislativa y Poder Judicial. Vamos para adelante sin aflojar, somos jaguares”. 

Tras estos hechos el 14 de junio de 2024 dijo que durante 75 años han vivido bajo la dictadura perfecta ya que pusieron a personajes clave en el gobierno y sólo utilizaron a la gente como clientes. Las declaraciones son lamentables, puesto que Costa Rica se debe a sus instituciones y a la democracia que se gestó el siglo pasado, a diferencia de otras naciones que vivieron bajo dictaduras o sistemas autoritarios. 

El ejecutivo agregó «Hay gente que sí se cree dueño (…) 75 años de la misma Asamblea Legislativa con pequeños cambios, nombrando a los mismos magistrados, a la misma Sala Cuarta, haciendo los mismos cambalaches y de un momento a otro el tigre pintado, el jaguar, se despierta». Hablar del despertar de la sociedad con alusiones a ciertos animales, es una referencia que busca explicar el espíritu aguerrido y agresivo de algunos líderes.

Cuestionando los métodos institucionales y la consistencia de la división de poderes, Cháves considera que una minoría tiene el poder y no el pueblo. Entiéndase que para los populistas ellos representan al pueblo, lo que en realidad se traduce en su ambición personal. Los cuestionamientos son válidos al sistema político, empero, la post verdad o la desinformación no son válidos en democracia.

Ante estas declaraciones 7 exmandatarios, Carlos Alvarado (2018-2022), Luis Guillermo Solís (2014-2018) y Laura Chinchilla (2010-2014), Óscar Arias (1986-1990 y 2006-2010), Rafael Ángel Calderón (1990-1994), José María Figueres (1994-1998), Miguel Ángel Rodríguez (1998-2002) y Abel Pacheco (2002-2006), del país respondieron en un comunicado que Costa Rica es la democracia más antigua y sólida de la región. 

Tras las críticas el ejecutivo dijo que tal vez fue excesivo lo de dictadura, pero que sí hay una tiranía perfecta. Además, no tardó en descalificar a sus antecesores afirmando «los partidos que representan esta señora y señores han diseñado el sistema para que ustedes tengan que votar por papeletas». También señaló que la expresidenta y los exmandatarios tuvieron todo el poder en la Asamblea y designaron a todos los jueces y magistrados para mantener sometido al pueblo.

La radicalización del mandatario es lamentable y está llevando al país por un camino turbulento en el que el populismo busca materializar sus deseos. El devenir del país aún es incierto, pero es clara la intención de Cháves de dinamitar los cimientos de la democracia y la institucionalidad costarricense. El país se ha dividido entre sus simpatizantes que buscan enfrentar a una falsa dictadura, frente a quienes advierten los riesgos de la voluntad de un solo hombre.

En conclusión, la democracia más sólida de la región no ha escapado a las garras del populismo y el autoritarismo, quienes disfrazados de democracia proponen un mejor futuro. El devenir del gobierno chavista deberá ser observado con lupa y analizado por los politólogos, quienes desde un principio han ignorado a este líder y su actuar en esta nación.

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