RCAAA Noticias

logo rcaaan
Periodismo Cara a Cara

De transiciones y problemas (1934-1982)

Al hacer un recuento de los sexenios de 1934 hasta 2024 encontraremos que hay variables que han marcado el traspaso de poder. Incluso los años de la hegemonía priista no fueron la excepción, desde terremotos sociales hasta crisis económica. Esto habla que el Estado mexicano no cuenta con la solidez como otros para que el nuevo mandatario pueda iniciar de manera tranquila su sexenio

Por: Sebastián Godínez Rivera

Las transiciones entre gobiernos siempre han sido tema de discusión ya sea por una u otra razón, estas no tienden a ser pacíficas. Al utilizar este adjetivo, me refiero a que ya sea por movimientos políticos, sociales o por la economía, México siempre transfiere no sólo el poder sino algunos problemas a sus nuevos mandatarios.

Al hacer un recuento de los sexenios de 1934 hasta 2024 encontraremos que hay variables que han marcado el traspaso de poder. Incluso los años de la hegemonía priista no fueron la excepción, desde terremotos sociales hasta crisis económica. Esto habla que el Estado mexicano no cuenta con la solidez como otros para que el nuevo mandatario pueda iniciar de manera tranquila su sexenio.

Cuando Lázaro Cárdenas transmitió el poder a Manuel Ávila Camacho en 1940, este estuvo marcado por la tensión internacional de la Segunda Guerra Mundial, mientras que a nivel nacional el triunfalismo de la Expropiación Petrolera de 1938 generó la caída de la producción. También heredó problemas en el campo ante la política del reparto agrario y la inconformidad dentro de la familia revolucionaria, por la selección de un sucesor más moderado.

Para finales de la administración avilacamachistaMiguel Alemán asumió el poder en 1946 como el primer presidente civil, lo cual era un mensaje para los militares quienes quedarían relegados a los cuarteles. Esto motivó el cuestionamiento del ejército, los que si bien ya no tenían una organización dentro del naciente Partido Revolucionario Institucional (PRI) sí gobernaban la mayoría de los estados.

Asimismo, el mundo veía la culminación de la Segunda Guerra, por otro lado, en México afinaba los hilos del autoritarismo para mantener el control de varios sectores. Principalmente los sindicatos petrolero, electricista y el magisterio resistían ante la cooptación oficial, luego entonces, estos problemas fueron heredados a Miguel Alemán, pero esto solo era el principio de los terremotos sociales.

En 1952 Alemán dio la estafeta a Adolfo Ruíz Cortines, sin embargo, dejando de lado los problemas sindicales, surgieron otros. La corrupción que caracterizó al gobierno saliente era conocida, la sociedad cuestionaba que el proceso de industrialización no fue transparente y los resultados tampoco fueron los deseados. Los alemanistas usaban cadillacs, vivían en las Lomas y tenían un estilo de vida muy similar al norteamericano, a diferencia de la realidad mexicana.

Aunado a lo anterior, la devaluación del peso por la inflación que generó la industrialización mexicana fue algo que todo el país sintió. La moneda mexicana pasó de tres pesos por dólar a cinco; con ese tipo de cambio fue recibido Adolfo Ruiz Cortines. Para finales del sexenio ruizcortinista (1958) México había entrado en un proceso de estabilidad cambiaria que duraría hasta 1976, sin embargo, el apogeo del estado autoritario era quien no terminaba de afinar sus métodos de control.

En 1958, el sucesor fue Adolfo López Mateos quien había sido Secretario de Trabajo y que había tratado de subsanar los problemas sindicales. Durante el traspaso de poder, la violencia contra los trabajadores se arreció y esto fue característico para el cierre de la administración, puesto que los electricistas y maestros se negaban a ser coptados por el Estado.

Luego del popular sexenio de Adolfo López Mateos y cuando ya se había designado a Gustavo Díaz Ordaz como su sucesor, los problemas con los que concluía su administración eran de salud. En 1964 el López Mateos se había deteriorado físicamente debido a los aneurismas que tenía, una traqueotomía de emergencia y en 1967 entró en coma. El sexenio cerró con estabilidad económica, crecimiento y relativa pasividad, pero fueron las noticias sobre la salud del presidente lo que marcaron el fin del lopezmateísmo.

En 1970 Gustavo Díaz Ordaz concluyó un cuestionado gobierno por el uso de la fuerza contra los médicos en 1964, los ferrocarrileros en 1965 y la matanza de Tlatelolco de 1968. La represión social fue el distintivo de su administración, aunado a que la sociedad comenzaba a exigir democracia y elecciones libres. Díaz Ordaz se cobijó en la bandera anticomunista para justificar sus actos, sin embargo, estos generarían movimientos sociales, semillas de la democracia mexicana.

Luis Echeverría gobernó de 1970 a 1976, había sido la mano derecha de Gustavo Díaz Ordaz en la represión de 1968. Empero, Echeverría intentó limpiar su imagen acercándose a las izquierdas y ondeando la bandera nacionalista. Su administración caracterizada por megaproyectos, la poca autonomía al Banco de México y el despilfarro generó una crisis económica en 1976 que obligó a una devaluación.

La capacidad adquisitiva se desplomó y en aras de no heredar problemas a su sucesor, el presidente devaluó. Sin embargo, lo que nadie sabía era que Echeverría y López Portillo serían artífices de la denominada, Década Pérdida en México, por las crisis económicas que vivió el país.

José López Portillo asumió el poder en 1976 y prometió un crecimiento acelerado, pero con un proyecto estable para contener la crisis. No obstante, sus obras faraónicas, el nepotismo y la corrupción fueron muestra de los excesos, aunado a la nula planeación de los proyectos que puso en marcha. López Portillo apostó por el petróleo y cuando éste cayó, la economía mexicana también lo hizo.

México vivió la crisis desde 1981 a 1982, el país se declaró en bancarrota y no podía pagar los préstamos; la gente no tenía para comer y los intereses se dispararon. En un intento para frenar la crisis, López Portillo nacionalizó la banca y esto generó incertidumbre a nivel internacional, puesto que algunos creyeron que el país caminaba hacia el socialismo con esas nacionalizaciones.

El país no se volvió socialista, sin embargo, si cerró uno de los peores sexenios con crisis, sin dinero e incertidumbre. Esto generó un parteaguas en los gobiernos, López Portillo había dicho que era el último presidente de la revolución, anunciando que una nueva élite llegaría al poder. Esto marcó el desplome de modelo nacionalista mexicano e inauguró la era de la economía de libre mercado.

Hasta este punto, podemos ver que las transiciones entre los presidentes de 1934-1982 fueron de tipo social, agrario y económico. Demostrando que los años de la hegemonía y el autoritarismo no necesariamente garantizaban estabilidad, sino que estuvieron marcados por otras cuestiones que cimbraron el sistema político. En una segunda parte les contaré sobre el periodo 1988-2024, cuando se presentaron otro tipo de problemas.

Sebastián Godínez Rivera es licenciado en Ciencias Políticas y Sociales. Cursó un diplomado en Periodismo en la Escuela de Periodismo Carlos Septién. Fue profesor adjunto en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Actualmente, es columnista en Latinoamérica21, Politicx, RCAAANoticias.com y conductor del programa de radio Café, política y algo más.

.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *