Por Sebastián Godínez Rivera
En la primera parte de este análisis se explicó el contexto histórico en el cual Boris Johnson asumió el poder, así como se establecieron las diferencias conceptuales entre el populismo y su vertiente autoritaria. En el desarrollo de esta segunda parte, se abordará el contexto inglés sobre el nacionalismo, el Brexit y la irrupción de Boris Johnson.
El Brexit
En 2015 David Cameron fue reelecto como Primer Ministro obtuvo una mayoría 323 diputados, seguido por los laboristas con 228, en tercer lugar el Partido Liberal Demócrata con 8 y el partido UKIP con 1 curul. Con estos resultados se desencadenaron dos eventos relevantes: 1) Cameron inició las negociaciones para celebrar el referéndum el 23 de junio de 2016; y 2) tras la derrota laborista, Jeremy Corbin se convirtió en el nuevo líder de la oposición, caracterizado por una retórica radical en favor de los sindicatos y que pugna por políticas de corte izquierdista.
Los resultados del referéndum fueron los siguientes, por el si (51.9%), (48.1%) por el no. Cameron era partidario de mantenerse dentro de la Unión Europea, por lo tanto, al ganar la opción de la salida dimitió como Primer Ministro y solo esperó a la celebración del congreso del Partido Conservador para que su sucesor tomara posesión del cargo. Cabe destacar que a diferencia de otros sistemas parlamentarios, en el Reino Unido, convocan a elecciones internas para que la persona que resulte electa pueda continuar con el gobierno, por lo tanto, la oposición no compite en estos procesos.
El 13 de julio la entonces Ministra del Interior, Theresa May resultó electa y Cameron presentó su dimisión formal ante la Reina Isabel II. Hasta éste punto el gobierno de David Cameron enfrentó retos como el creciente euroescepticismo y el ascenso del nacionalismo económico de los ingleses, su ideología se basó en una conexión con Europa y en la cooperación multilateral. No obstante, la llegada de May al poder representa otro perfil que fungió como impulso para que en 2019 Boris Johnson llegara al gobierno.
May gobernó solo tres años y una de sus principales críticas fue que en 2016 defendía que el país se mantuviera dentro de la Unión Europea, sin embargo, al ganar el gobierno se volvió una férrea defensora del Brexit. También algunos incidentes y ataques a mezquitas por parte de personas anti islam hicieron presión en su gobienro. Empero, cuando su administración y la Unión Europea se encontraban en negociaciones
El 12 de marzo de 2019, la Primera Ministra sometió a votación el acuerdo entre la Unión Europea y el Reino Unido, el cual establecía un periodo de 21 meses para llegar a un acuerdo de libre comercio. Principalmente porque Irlanda del Norte se oponía a la salida del organismo supranacional, por lo tanto, se propuso el establecer una aduana entre los límites de Irlanda del Norte y el Reino Unido, lo cual culminó con el rechazo del acuerdo por un total de 391 votos a favor y 242 en contra.
May propuso un nuevo calendario que consistía en que si se imponía el rechazo al acuerdo, entonces se pediría una prórroga a la Unión Europea y en caso de que la mayoría optara por no retrasarlo, el 29 de marzo el Reino Unido optaría por la opción dura, es decir salir sin acuerdo. La Jefa de Gobierno no logró convencer a la totalidad de su bancada para apoyar la propuesta y ante los ojos del electorado, Theresa May había fallado con la tarea de materializar el Brexit.
En un último intento por lograr la salida del país invocó el artículo 50 del Tratado de Lisboa el cual establece que es decisión de los miembros decidir la salida o permanencia y en caso de no llegar a ningún acuerdo en materia arancelaria y comercial, entonces la Unión Europea y en este caso el Reino Unido serán normados por la Organización Mundial del Comercio. Nuevamente la Cámara de los Comunes rechazó el acuerdo para que la nación dejara la Unión Europea y los mismos correligionarios conservadores pidieron la dimisión de la Primera Ministra.
La aparición de Boris Johnson
Los eventos mencionados con anterioridad formaron el ecosistema para que Johnson pudiera competir por el liderazgo del Partido Conservador y luego convertirse en Primer Ministro. Dentro de la Ciencia Política Boris Johnson puede ser catalogado como un líder carismático dentro de la tipología que establece Max Weber, ya que logra conectar con la sociedad británica, sin embargo, esto no es un hecho aislado ya que las democracias han transitado a algo que Bernard Manin denomina democracia de audiencias.
Las sociedades ya no se guían por una propuesta de gobierno, sino por las simpatías y sentimientos que puede generar un liderazgo.
La democracia de audiencias y el populismo pueden llegar a conectarse, ya que el segundo aparece como un síntoma de malestar con los partidos, instituciones y políticos tradicionales. Autores como Francisco Panizza consideran que “el populismo no es la forma más elevada de democracia ni su enemigo, sino un espejo en el cual se pueden reflejar sus imperfecciones como descubrimiento de sí misma y lo que falta”.
Johnson fue producto de los fracasos políticos de sus antecesores tories impulsado por el euroescepticismo y el nacionalismo creciente en Reino Unido, pero también fue un personaje que obligó al Partido Conservador a replantear su agenda. Logró crear la imagen de un liderazgo fuerte, consumado en la salida del país de la Unión Europea en 2020.
El Premier recurrió a su carisma para ganar la simpatía de la ciudadanía y explotó a la base que apostaba por el nacionalismo económico. Este rasgo lo une más con la ex primera ministra, Margaret Thatcher (1979-1990) que apostó por el libre mercado, pero no a un organismo supranacional. Johnson durante sus discursos en la Cámara de los Comunes y en el 10 de Downing Street repetía que reactivaría al país con la salida de la Unión Europea.
Incluso no se vió en la necesidad de recurrir al autoritarismo por dos factores: 1) su único objetivo era concretar el Brexit; 2) la disciplina partidista no es característica del parlamentarismo británico, ya que los diputados responden al distrito y a su electorado, lo cual genera que haya menos cohesión dentro del partido. Como resultado de esto algunos legisladores que criticaban a Johnson dejaron el partido, John Bercow o Nicholas Soames quien pedía la dimisión del Primer Ministro.
En 2019 fue criticado por la decisión de prorrogar el Parlamento, algunos opositores como Jeremy Corbin señalaron que esta acción lastimaba la democracia, la realidad es que la decisión fue tomada ya que desde 2017, cuando gobernaba Theresa May, la Reina Isabel ll no pudo acudir a Westminster para leer su discurso de inicio de sesiones. Además, la decisión fue avalada por la monarca, en el sistema británico el soberano sigue respalda los consejos y decisiones de los primeros ministros.
Incluso en sus discursos continuamente enarbolaba la democracia británica, pero nunca como él fuente de ella, hablaba de mantener las instituciones y sobre todo juraba lealtad a la reina. Esto último es fundamental, ya que los populistas buscan posicionarse sobre las figuras de autoridad y Johnson siempre reconoció este techo institucional.
¿Un autoritario?
El fin del gobierno de Boris Johnson se debió más a un conjunto de escándalos como las acusaciones de conducta sexual por parte del jefe de bancada del Partido Conservador Cris Pincher; las sanciones hacia el Primer Ministro por haber celebrado fiestas en plena cuarentena del Covid-19; y la falta de estrategia para combatir la pandemia.
Incluso cuando Johnson perdió el apoyo de su partido y se le exigió la dimisión lo hizo, aquí reside la principal diferencia con otros populistas del mundo. Cuando avisó que dejaría el gobierno no buscó aferrarse al poder, modificar la ley o utilizar a la ciudadanía para sostener su imagen, al contrario aceptó el término de su gobierno para dar paso a su sustituto.
Distinto a lo que se ha visto en otras partes del mundo, la salida de Johnson del gobierno se dio por la pérdidas de confianza y las decisiones que tomó durante su gobierno. No fue por un intento de erosionar la democracia o impulsar la deriva autoritaria como ha pasado en otras naciones del orbe. La categoría del populismo es pertinente para hablar de su retórica, sin embargo, al analizar su trayectoria política tiene más en común con otros ministros que con líderes autoritarios.
.
Sebastián Godínez Rivera es licenciado en Ciencias Políticas y Sociales. Cursó un diplomado en Periodismo en la Escuela de Periodismo Carlos Septién. Fue profesor adjunto en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Actualmente, es columnista en Latinoamérica21, Politicx, colaborador de RCAAANoticias.com y conductor del programa de radio Café, política y algo más.
Reportero/editor con más de 35 años de experiencia
Deja un comentario