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Política Global

*La UNAM reaviva la soberbia de AMLO

*No acepta críticas ni con el pétalo de un estudio

*El rector Lomelí prefirió agachar la cabeza ante el poder político

Juan Barrera Barrera/politólogo, egresado de la FCPy S-UNAM

El presidente Andrés Manuel López Obrador está aferrado, consciente, convencido, de llevar hasta sus últimas consecuencias su iniciativa de reforma madre, la del poder judicial. No permitirá que se le cambie ni una sola coma, ni tampoco está dispuesto a tolerar cuestionamientos, rechazos e incluso estudios académicos cuyo contenido sea contrario al espíritu del documento oficial.

El mandatario lo mismo que la cúpula de su partido, Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), están muy engallados después del avasallador triunfo en los comicios del 2 de junio sobre una oposición totalmente desorientada, con dirigentes que se la pasaron haciendo cuentas alegres engañando a la gente de que podían derrotar a la maquinaria guinda.

El oficialismo que ganó todo sorpresivamente cree que el apoyo que le otorgó el electorado en las urnas es un cheque en blanco para hacer y deshacer. Los ciudadanos le otorgaron su confianza para continuar con los programas sociales básicamente, para gobernar con responsabilidad y prudencia. El pueblo ya no quiere más pleitos, más inseguridad, más violencia. Rechaza frontalmente la confrontación permanente. Esperamos una nueva etapa, de renovadas esperanzas.

AMLO no acepta críticas ni con el pétalo de un análisis

Morena ganó el llamado plebiscito en las urnas, tendrá mayoría calificada en la Cámara de Diputados, pero en la de Senadores le faltarán dos senadores. Aun así, es casi un hecho que el “Plan C”, un catálogo de 20 reformas constitucionales que serán “analizadas y discutidas” para su aprobación o rechazo. La más importante tanto para el presidente saliente como para la presidenta electa es la reforma al poder judicial.

Claudia Sheinbaum ha dicho que se realizarán foros de consulta en donde podrán participar todos los sectores, sin embargo, me parece que es un tanto engañoso, pues varios voceros del morenismo, como Gerardo Fernández Noroña, han sostenido que en septiembre habrá reforma judicial, dicho de otro modo, la nueva aplanadora guinda la votará tal cual la mando López Obrador.

Pero al señor presidente no le gusta que disientan de su texto, mucho menos que lo cuestionen. Es el caso de un grupo de investigadores del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM que elaboró un análisis de las reformas de AMLO titulado “Análisis técnico de las 20 iniciativas de reformas constitucionales y legales presentadas por el presidente de la República”, publicado el 13 de junio y está dividido en 20 capítulos, los cuales contienen dos opiniones de expertos y la participación de más de 30 juristas.

El texto motivó que López Obrador volviera a atacar a la UNAM y acusó que los autores de la obra “salieron con línea” de la rectoría a cargo de Leonardo Lomelí Venegas. Es su retórica, totalmente segado de ira, el tabasqueño equipara a la máxima casa de estudios con un partido político en donde hay dirigentes y dirigidos. En el caso de las formaciones políticas oficiales gobernantes la palabra del representante del Ejecutivo es ley y se hace lo que él dice, así era en el antiguo régimen priísta, el nuevo proyecto no es la excepción.

El rector agacha la cabeza y se deslinda

El presidente López Obrador es el máximo e indiscutible líder del movimiento morenista, a quien la gran mayoría de Morena le guarda culto a la personalidad, fenómeno que frustró a varias generaciones y se pensaba ya superado. Al presidente no le dicen que no, varias veces se le ha escuchado decir que es terco, en su práctica política.

Sin duda a López Obrador se le reconoce su indiscutible liderazgo social que ha fincado desde sus años de juventud en el PRI de su natal Tabasco, al lado de importantes pensadores políticos como Enrique González Pedrero o Carlos Pellicer, pero desde entonces viene arrastrando una lápida muy pesada que es su talante autoritario.

El mandatario no es de los que acepten críticas, ni de los suyos. Soberbio, en su habitual conferencia de prensa mañanera, del 17 de junio, reclamó a los expertos de la UNAM por meterse en su paquete de reformas al difundir el análisis del IIJ en las redes sociales, texto que ni siquiera leyó someramente porque “Son predecibles, pero les diría: ¿Qué se tienen que meter?

Morena ganó el llamado plebiscito en las urnas, tendrá mayoría calificada en la Cámara de Diputados, pero en la de Senadores le faltarán dos senadores. Aun así, es casi un hecho que el “Plan C”, un catálogo de 20 reformas constitucionales que serán “analizadas y discutidas” para su aprobación o rechazo. La más importante tanto para el presidente saliente como para la presidenta electa es la reforma al poder judicial.

Claudia Sheinbaum ha dicho que se realizarán foros de consulta en donde podrán participar todos los sectores, sin embargo, me parece que es un tanto engañoso, pues varios voceros del morenismo, como Gerardo Fernández Noroña, han sostenido que en septiembre habrá reforma judicial, dicho de otro modo, la nueva aplanadora guinda la votará tal cual la mando López Obrador.

Pero al señor presidente no le gusta que disientan de su texto, mucho menos que lo cuestionen. Es el caso de un grupo de investigadores del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM que elaboró un análisis de las reformas de AMLO titulado “Análisis técnico de las 20 iniciativas de reformas constitucionales y legales presentadas por el presidente de la República”, publicado el 13 de junio y está dividido en 20 capítulos, los cuales contienen dos opiniones de expertos y la participación de más de 30 juristas.

El texto motivó que López Obrador volviera a atacar a la UNAM y acusó que los autores de la obra “salieron con línea” de la rectoría a cargo de Leonardo Lomelí Venegas. Es su retórica, totalmente segado de ira, el tabasqueño equipara a la máxima casa de estudios con un partido político en donde hay dirigentes y dirigidos. En el caso de las formaciones políticas oficiales gobernantes la palabra del representante del Ejecutivo es ley y se hace lo que él dice, así era en el antiguo régimen priísta, el nuevo proyecto no es la excepción.

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