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Periodismo Cara a Cara

Amordazar a la UNAM

Por Sebastián Godínez Rivera/ Analista Político, egresado de la FCPyS-UNAM

El Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (IIJUNAM) publicó un libro con el análisis de cada una de las reformas que presentó el ejecutivo, Andrés Manuel López Obrador. La publicación desató la molestia del presidente quien declaró “¿quiénes son ellos para opinar? luego luego se le dio línea para presentar su análisis. Yo no leí nada porque ya vi quienes lo escribieron.”

Mostrando su talante más autoritario con la comunidad académica, al presidente nada le gustó que la Universidad publicara un estudio sobre las modificaciones que propone. A López Obrador le hubiese gustado una Casa de Estudios amordazada, censurada y que solo aplaudiera sus propuestas, así como los legisladores y gobernadores de su partido. El mandatario, no entiende y no quiere ver que la comunidad académica y estudiantil siempre ha sido crítica de los gobiernos.

No obstante, la función de la UNAM es la de analizar y diagnosticar las principales problemáticas del país, ya sea a través de las ciencias duras o las ciencias sociales. El libro elaborado por el Instituto de Investigaciones, establece una crítica desde lo teórico y las implicaciones que podría tener cada una de sus reformas en rubros como división de poderes, seguridad, bienestar, programas sociales, elecciones etc.

Quienes participan en el texto son perfiles profesionales del Derecho, Economía, Sociología y Ciencia Política y con una larga trayectoria en la investigación, no se basan en ocurrencias. Tienen un rigor académico y unas anteojeras muy finas para realizar el análisis de lo propuesto y la prospectiva de sus repercusiones. Lamentablemente, a lo largo de este sexenio la academia y la investigación son señalados de neoliberales, corruptos, serviles y acusados de no servir al pueblo.

El debate en torno al texto se sulfuró desde que comentócratas, moneros y defensores de la Cuarta Transformación tuvieron la osadía de criticar el libro, sin siquiera haberlo leído. Muestra de que la ignorancia es peligrosa, pero que esta se conduce visceralmente. Asimismo, la presidenta electa Claudia Sheinabum desestimó la publicación y acusó que esa no es la postura de la universidad sino de unos cuantos.

Llegada la noche, la cuenta oficial de la UNAM publicó un anuncio en el cual destacaba que “las opiniones vertidas corresponden a los autores y no son las de la comunidad universitaria. En su momento se harán foros de discusión y análisis”. El comunicado fue demoledor para varios académicos y estudiantes quienes criticaron que la universidad diera una explicación sobre sus publicaciones; que no cobijara a sus académicos tras los embates del poder; que la UNAM se haya puesto de rodillas; o que la libertad de cátedra fuera violentada desde Palacio Nacional.

Es claro, que el sexenio que iniciará el septiembre tiene claras aspiraciones a concentrar poder. La gente hizo que el oficialismo se impusiera en todos los niveles de gobierno y en el parlamento, no obstante, esto no es un cheque en blanco. La universidad no puede claudicar a su espíritu crítico e independiente de enseñanza; la UNAM como centro de pensamiento es fundamental para mantener los equilibrios democráticos. La autocensura no es más que condenarse al silencio y someter a las voces que advierten de la regresión autoritaria.

Es imposible negar que existe temor e incertidumbre de varias instituciones, pero el país necesita de los contrapesos. En el Poder Judicial sigue la lucha de todos los niveles para garantizar el acceso a la justicia y ser un contrapeso; los órganos de transparencia continúan dando la batalla para defender el acceso a la información y el derecho a saber de la ciudadanía; las autoridades electorales han dado la certeza de que los votos se contaron bien y demuestran que son necesarias para el país.

La UNAM no puede achicarse y guardar silencio ante el ascenso del autoritarismo y el populismo oficialista. Desde hace décadas la comunidad científica ha dado la lucha desde la trinchera intelectual, ha sido defensora de la democracia y la libre expresión que México tanto exigió desde el siglo XX. Sus investigadores, planta docente, trabajadores y alumnado son muestra del pluralismo democrático que existe en el país, pero que hoy intenta ser sofocado.

Como médico, la universidad analiza los síntomas del país en todos los ámbitos desde la salud hasta el poder. Durante la pandemia de Covid-19 médicos de la UNAM advirtieron los riesgos en materia sanitaria; durante la construcción de las megaobras estudiosos de la ecología e ingeniería advirtieron de los daños que traería; biólogos advierten de la destrucción del medio ambiente y la extinción de las especies. Cómo podemos ver la comunidad de investigación de la UNAM está presente con su voz en cada paso que da un gobierno.

Desde las Ciencias Sociales se han brindado diagnósticos del régimen, la democracia, los partidos, las instituciones y ahora sobre las reformas que se buscan implementar. Silenciar a su comunidad no es una opción, en aras de reducir las tensiones con el ejecutivo quien ha dejado claro su desprecio por la UNAM. La máxima casa de estudios no puede someterse a los designios de un solo hombre o mujer, tratar de simpatizar a un partido o pedir disculpas por los análisis publicados.

Es preocupante la postura de la universidad, pero más aún es el miedo de que la UNAM pueda quedar sumida en el silencio ante un país que se aleja de la división de poderes y ve como sus instituciones son destruídas. Si su lema es por mi raza hablará mi espíritu, entonces que se haga valer y se defienda la libertad de cátedra e investigación.

Así como los politólogos Daniel Ziblatt y Steven Levitsky escribieron que las democracias mueren en silencio. Considero que las universidades también lo hacen, la UNAM no debería guardar silencio cuando el país necesita de un diagnóstico certero y objetivo sobre las modificaciones que planean hacerse. La comunidad académica debe estar unida, no solo de la UNAM sino de otros centros de pensamiento, el país necesita de la ciencia y sus académicos deben estar a la altura. 

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