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México rumbo a las elecciones más grandes de su historia

México tendrá los comicios más grandes de la historia. Exploremos las cifras, tipos de voto, polarización y candidaturas. Además, ¿cómo está el país? ¿Es una democracia fatigada o un país enfermo?Subtítulo

(Imagen elaborada por RC)

Por Sebastián Godínez Rivera/Politólgo, egresado de la UNAM

La república mexicana celebrará los comicios más grandes de la historia, puesto que más de 20,000 cargos estarán en disputa en las 32 entidades federativas. No solo se renovarán la presidencia, 500 asientos de la Cámara de Diputados y 128 escaños del Senado. A nivel estatal 9 entidades elegirán gubernaturas, 31 votarán la totalidad de sus congresos locales y 29 sufragarán por presidencias municipales, además de otros cargos de elección.

Que sean las elecciones más grandes se debe a que los calendarios electorales estatales están siendo compaginados para evitar la dispersión de los comicios. Por ejemplo, en 2018 y 2021 también fueron grandes, pero no en comparación con las de 2024. Ahora bien, la magnitud de estas se debe al volumen del padrón electoral que está habilitado para participar.

Está conformado por 98.552.708 de personas, de las cuales 51.202.245 son mujeres, 47.350.358 son hombres y 105 se identifican como no binario. En la historia electoral mexicana, los comicios presidenciales con el nivel más alto de participación fueron las de 2018, donde se alcanzó el 53,19%. Mientras que en 1997, con la celebración de las elecciones intermedias, la cifra más alta registrada fue de 57,69%.

Como podemos ver, México no ha alcanzado el umbral del 60%, lo cual habla de que un sector importante de la población no está conforme con la democracia o no tiene interés. Lamentablemente, este es un fenómeno muy común en la región. Se conoce como fatiga democrática debido a la baja participación de la gente. Sin embargo, los científicos sociales estamos a la espera de que la participación supere el 60% debido al volumen del padrón.

Tipos de voto en 2024.

Para estos comicios, el país tendrá siete formas distintas para que las y los mexicanos puedan sufragar desde territorio nacional y el exterior. A nivel territorial estará presente el voto tradicional, el elector acude a la casilla por sus boletas y las deposita en las urnas. Otra modalidad es que se hará uso de las urnas electrónicas, en Ciudad de México y Nuevo León estarán situadas en casillas especiales y solo se votarán por cargos locales.

Otras dos formas en las que la ciudadanía podrá votar y son pruebas piloto: 1) el voto anticipado para personas en prisión preventiva, quienes no tienen una sentencia condenatoria. El Instituto Nacional Electoral (INE) garantizó que 30 mil personas puedan emitir su voto desde los penales, todos ellos pudieron votar del 6 al 20 de mayo; y 2) el voto anticipado para personas en estado de postración para que la gente con alguna discapacidad o que no tiene la posibilidad de salir de casa, el personal del INE lleva las boletas, sobres, mamparas y tinta para que la gente pueda sufragar desde su domicilio y con ello hacer valer su derecho.

Ahora bien, los connacionales en el exterior también harán sentir su voz el día de las elecciones. El padrón de las y los mexicanos en el extranjero fue objeto de polémica estas últimas semanas debido a los registros irregulares por falta firmas o repetición de direcciones. Sin embargo, el INE determinó que se reintegrarían a la lista nominal 20.964 de personas para que puedan sufragar. Entonces, el número de votantes desde el extranjero cerró en 187.388 electores extraterritoriales.

La primera forma de participación será de forma presencial en consulados, para eso se han establecido en 21 consulados en ciudades de Estados Unidos, una en Madrid y una en París. Otra modalidad es el voto postal, en el cual las personas se registraron para recibir boletas y sobres en su casa: tras emitir su voto, estos lo envían por correo a México y serán contabilizados el día de los comicios.

Por último, también podrán votar vía internet aquellos que eligieron esta modalidad lo harán del 18 de mayo al 2 de junio. La persona recibirá un código numérico y un QR para acceder al sistema y poder votar. El usuario visualizará las boletas para sufragar en la computadora y su voto será contabilizado el día de las elecciones.

Las candidatas y el candidato

Las elecciones del 2 de junio son importantes porque de ganar la candidata oficialista continuará el proyecto de Andrés Manuel López Obrador, el cual ya dijo que buscará reformar el Poder Judicial, el Instituto Nacional Electoral y desaparecer los Órganos Autónomos. Incluso la visión de la democracia para Claudia Sheinbaum solo tiene tintes procedimentales, lo cual es peligroso porque se entiende como una visión mínima de solo votar cada tres o seis años.

Sheinbaum es la candidata del lopezobradorismo. Muestra de ello es que el ejecutivo le ha impuesto al gabinete de campaña y a colaboradores cercanos a él. Las políticas públicas prometidas por la aspirante son las mismas que AMLO no pudo llevar a cabo o que dejó pendientes de este sexenio. Sheinbaum, según varias encuestas, es la favorita para convertirse en la primera presidenta. Sin embargo, el cuestionamiento en torno a ella es si podrá construir una propia imagen o se mantendrá con una estrategia mimética de López Obrador.

A lo largo de la campaña, la candidata ha copiado el acento tabasqueño, los discursos y frases de él. Claudia Sheinbaum es un perfil más técnico que López Obrador debido a que es una científica, empero, ella no cuenta con el carisma del presidente. Se especula que un triunfo de Sheinbaum podría hacer que el poder se dividiera en dos personas, así como en tiempos del Maximato (1928-1934).

En el periodo histórico del Maximato, Plutarco Elias Calles logró imponer a tres presidentes de la república. Debido al asesinado del presidente electo, Álvaro Obregón, se nombró a un mandatario provisional, Emilio Portes Gil (1928-1930), el cual respondía a Elías Calles. Luego de convocar a elecciones, el vencedor fue Pascual Ortiz Rubio (1930-1932), pero el jefe máximo, Elías Calles, le impuso el gabinete y el programa de gobierno, por lo que terminó renunciando. Por último, se nombró a otro ejecutivo provisional, Abelardo L. Rodríguez (1932-1934), que terminó el periodo de Ortiz Rubio. Este último también respondía a los intereses de Plutarco Elías Calles. Incluso se popularizó el dicho “el presidente vive en el Castillo de Chapultepec y quien manda vive enfrente”.

Por otro lado, la candidata de la coalición Fuerza y Corazón por México, Xóchitl Gálvez, ha declarado que buscará mantener la democracia, cuidar y mejorar las instituciones electorales y garantizar la división de poderes. La candidata aspira a capitalizar el malestar con el “obradorismo” y buscará la captación del voto de los indecisos.

Xóchitl Gálvez es criticada por la coalición que la cobija, los partidos de la transición PRI, PAN y PRD. Es importante que a diferencia de la coalición oficial que está más cohesionada ideológicamente, la oposición se enfrenta a la diversidad de corrientes, visiones y postulados que obligan a la candidata a moverse de izquierda a derecha en el discurso. En tanto, la sociedad civil la ha arropado de una forma nunca antes vista, ya que las y los mexicanos suelen votar por partido y no por un personaje que trasciende las barreras partidistas.

Finalmente, el partido Movimiento Ciudadano (MC) abanderó a Jorge Álvarez Máynez, quien argumenta que es una tercera opción. Las críticas hacia este partido han venido de la oposición argumentando que el partido naranja pretende dividir el voto opositor. En los hechos, el candidato se ha mostrado menos crítico con la candidata oficialista que con la aspirante opositora. El argumento por el cual MC quiso ir solo en estos comicios fue para evitar la polarización, según ellos, y demostrar que no solo hay dos proyectos.

Una democracia fatigada y enferma

Diversos autores como Daniel Zovatto, Francis Zareeka o Arendt Liphard utilizan el término de «democracias fatigadas» para referirse a la baja participación de la ciudadanía en las elecciones. Empero, como si de medicina se tratara, es importante analizar la sintomatología del hartazgo con la democracia.

Un primer síntoma de una democracia fatigada sería la baja participación. Sin embargo, hay otros. Por ejemplo, la seducción autoritaria o por líderes populistas es uno de los mejores indicios porque muestra que hay un sector insatisfecho con la clase política o los partidos. El populismo denuncia los errores, las desigualdades y el malestar. Este por sí solo no es peligroso, el problema es cuando alcanza el poder y es respaldado por una mayoría que no cuestiona sus acciones.

En México, la transición democrática que inició en los años noventa no solucionó los problemas de desigualdad, inseguridad, ni sacudió los vestigios del régimen autoritario. Desde 2018, el país inició un retroceso en materia de división de poderes, pluralismo y fortalecimiento institucional. Andrés Manuel López Obrador a lo largo de su sexenio intentó concentrar mayor poder en aras de restaurar el antiguo sistema autoritario. La permisividad de estas acciones fueron la manifestación de la fatiga democrática.

Ahora bien, la expresión de la enfermedad se ha traducido en: 1) amenazas a la Suprema Corte y a los contrapesos institucionales al no alinearse con el presidente; 2) indicios de agresividad contra funcionarios públicos, principalmente, integrantes del INE, del Tribunal Electoral y el Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI); 3) descalificación a la prensa y a la sociedad civil crítica; y 4) la colonización de instituciones con perfiles cercanos al presidente que las neutralicen.

Las acciones antes descritas despertaron inconformidad en el sector crítico de López Obrador que se manifestó en las calles y alertó sobre el creciente autoritarismo. No obstante, la base social del ejecutivo respaldó estas acciones, acusando que los cuestionamientos buscaban desestabilizar su gobierno y las críticas eran por la pérdida de privilegios. La polarización se ahondó por consiguiente.

El lopezobradorismo, en conclusión, ha erosionado la democracia y la institucionalidad a lo largo de cinco años. El personalismo y los anhelos de un presidente absolutista han rehabilitado los resortes autoritarios que se pensaron destruidos. Por eso, los comicios del 2 de junio son cruciales para el país y su democracia. Se votará por una democracia imperfecta que siga un proceso de maduración o por un nostálgico modelo híbrido para los próximos seis años.

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