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Periodismo Cara a Cara

El periodista, novelista del futuro

Alberto Ramírez Rivera

Un periodista que se digne serlo no debe ser ajeno al acontecer diario en todos los aspectos, siempre con un criterio basado en las áreas del saber.

Es así que si alguien pretende dedicarse a informar sobre asuntos políticos, económicos y sociales debe asumirse con dicha categoría de profesionista.

Además, “con un conocimiento inmerso en lo filosófico”, como dicen los llamados clásicos de las letras, escritores, periodistas y académicos.

Dnevnik Pisatella, en el prólogo de Diario de un Escritor, de Fiodor Dostoyevski, sostiene que el verdadero periodista debe tener ideas, Ideas, con mayúscula, para ser capaz de constatar e interpretar los hechos, por nimios que sean.

Por ello, las personas que se dedican a escribir o redactar (y a corregir los textos) deben ser testigos de los acontecimientos con filosofía y perspectiva histórica y científica, a fin de ser capaces de anticiparse a los sucesos.

El periodista que no lee, sobre todo lo histórico, y es ajeno a estos rubros del saber, es mero anotador de acontecimientos, un escribano sin profundidad, amplitud ni horizonte.

Un profesional de la comunicación que desconoce la historia de su país y la historia universal, tendrá una falsa visión del pasado y el presente.

No alcanzará a discernir el futuro y, por lo tanto, será incapaz de anticiparse a los fenómenos de índole político, económico y social.

Vuelvo otra vez con Pisatella, quien describe la personalidad de Dostoyevski como periodista: “su vida está llena de significación y sentido; se asume con argumentos y no vociferaciones”.

Dice también que el buen periodista se equivoca en sus apreciaciones, pero esto lo asume como los sabios, no de manera vulgar, como los ignorantes.

Dostoyevski, en gran parte de su obra periodística, se distingue como pedagogo, maestro y líder de opinión, mientras que el “simple” periodista, desde siempre, ha sido siempre parcial y fragmentario.

En otra vertiente de lo que es o debe ser el periodista, Alejo Carpentier afirma que este profesionista es un cronista de su tiempo.

Escribe: “se suele decir escritor y periodista, o periodista más que escritor o escritor más que periodista. Yo nunca he creído que haya posibilidad de hacer un distingo entre ambas funciones, porque, para mí, el periodista y el escritor se integran en una sola personalidad”.

En su libro Ensayos Selectos, destaca: “¿Significa esto que el oficio de novelista, el oficio del historiador, sean iguales al oficio del periodista? Acaso, no. Pero únicamente por modalidades de trabajo y de técnica”.

Carpentier expone que “podríamos definir al periodista como un escritor que trabaja en caliente”, ya que sale a diario con la orden de su medio informativo para rastrear los hechos.

Mientras, el novelista, para simplificar la dicotomía, hace su trabajo de manera retrospectiva; contempla y analiza el acontecimiento cuando ha llegado a término.

Un ejemplo, cuando alguien pretenda escribir una novela histórica que abarque los 20 años anteriores, echará mano de testimonios y crónicas de periódicos. Obviamente, de la labor del reportero.

Aquí cabe muy bien la opinión de Alejo Carpentier: “el periodista es el novelista del futuro”.

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