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Periodismo Cara a Cara

Cuba, los jueces en la tiranía

Miguel Díaz-Canel, presidente de Cuba

Por Sebastián Godínez Rivera.- Politólogo, egresado de la FCPyS/UNAM

Los regímenes autoritarios también cuentan con una estructura estatal que pretende legitimar al gobierno ante los ojos del mundo. Cuentan con votaciones, poderes legislativo y judicial y presumen un bajo nivel de libertad de expresión. Cuba es la isla que desde 1959 se convirtió en una dictadura socialista bajo el gobierno de los hermanos Castro, sin embargo, a pesar de ser un régimen de partido único cuenta con un Poder Judicial.

Los jueces en regímenes democráticos garantizan la división de poderes, el acceso a la justicia y fungen como contrapeso. No obstante, en dictaduras o modelos autoritarios las y los juzgadores juegan en papel de un poder nulo, es decir, no ejercen sus facultades y tampoco protegen la Constitución. La nación isleña es un caso particular para el Poder Judicial y que debe tomarse en cuenta sobre las malas prácticas.

En dicho país el Tribunal Popular Supremo (TPS) es la máxima autoridad en materia jurisdiccional, empero, tras décadas de gobiernos castristas y sin oposición, los jueces se han convertido en apéndices del socialismo. La instauración de un régimen que parece no tener fin implica que ha moldeado a la gente y a sus instituciones a su imagen y semejanza. En vez de tener a los jueces capacitados para defender a la gente y garantizar sus derechos, han optado por cuidar al régimen de partido único.

El presidente del Tribunal Provincial Popular (TPP) de La Habana, Yojanier Sierra Infante ha declarado que:

“lo más importante en la justicia no somos nosotros: es el justiciable, y es el pueblo al cual le prestamos servicio (…) [,] usted trabaja para servirle a otro, usted tiene que incorporar elementos de que esa persona es la que evalúa verdaderamente cómo usted hace el  trabajo, y si tiene satisfacción o no en lo que a usted le corresponde en materia de justicia”.

La declaración deja al desnudo el modelo judicial castrista, puesto que los jueces se conciben como servidores públicos y sostienen que deben de responderle al pueblo. En este caso, entiéndase al pueblo como al régimen castristas y al mandatario en turno, quienes siempre se constituyen como única voz de la mayoría. Responder al pueblo es servir al régimen. Asimismo, sostiene que su servicio debe ser evaluado por la gente, pero nunca hace mención sobre la protección de derechos, la Carta Magna o ser un contrapeso.

En 2022 el presidente del Tribunal Supremo Popular, Rubén Remigio Ferro, fue captado afirmando que “en la isla los jueces somos de la Revolución y del Partido”, por ende no hay imparcialidad en sus decisiones. Cuando los jueces se constituyen en militantes la justicia, la norma y ser un contrapeso pasan a segundo término, es decir, tener jueces revolucionarios sólo abona a la concentración del poder.

Hablar de jueces de partido es sinónimo de que no existe una carrera judicial y una constante preparación para ejercer el cargo. Desde su ingreso al Partido Comunista los y las juzgadoras están preocupados por alcanzar un cargo, por lo tanto, tienden nexos con políticos de peso para que en algún momento sus servicios sean recompensados con un asiento en algún tribunal.

En la isla se pone en práctica que es mejor implantar justicia, en vez de la ley. Sobre todo porque el pilar de los regímenes socialistas la igualdad es lo primero, un concepto muy ambiguo que también es aplicable a la justicia. Los jueces socialistas están dominados por la ideología y los preceptos del marxismo-castrismo-leninismo y no por las anteojeras de la ciencia del Derecho. La militancia implica defender al Estado aún ante sus excesos.

Para el presidente Miguel Díaz-Canel la división de poderes es un problema y es mejor la unidad para hacer funcionar un país, así lo ha dicho “se habla mucho de la división de poderes (…) En Cuba no se trabaja con la división de poderes. Se trabaja con la Unidad de Poder, a través de órganos que tienen funciones diferentes”

El ejecutivo cubano lo ha dicho de forma elegante y pretendiendo disfrazar lo que es Cuba. una dictadura. En realidad el poder omnímodo es preferible para los autoritarios y cuando hace referencia a la unidad del poder, se entiende como una simple ecuación, un Estado que controla todo sumado a jueces ideologizados, da como resultado una justicia parcial. Además, esto es una técnica para garantizar que la democracia no progrese, si existiera el estado de Derecho y el respeto a la ley el gobierno se vería frenado.

Es aquí donde surge el principal cuestionamiento hacia estos regímenes, porque si bien el ejecutivo y el legislativo tienen todo el poder, los jueces son cómplices de ese aparato autoritario. El Poder Judicial al ser capturado y silenciado por un solo partido se convierte el pilar de la dictadura y de los excesos. Ante este panorama los jueces han optado por servir al régimen y anular sus funciones.

Cuba es uno de los ejemplos en los cuales las y los juzgadores avalan el atropello de derechos, por ende, se cometen las peores arbitrariedades. En vez de cuidar la Constitución cuidan el Manifiesto del Partido Comunista; en los escritorios las leyes están guardadas entre los tomos de Lenin y Stalin; la interpretación no se hace conforme a parámetros internacionales sino a la doctrina castrista. Los jueces son revolucionarios y no justos, porque la justicia llegará con la Revolución que inició en 1959 y en algún punto será para todos.

En conclusión, Cuba es uno de los mejores ejemplos para analizar la parcialidad y la ideologización de un juez; pero también es el peor porque avala los excesos del gobierno, aunado a la deformación de lo que es la justicia. A muchos les parece bien que haya jueces militantes porque sus discursos son más atractivos que escuchar la imparcialidad y tecnicidad de la ley y la Constitución.

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